El 4 de noviembre de 2005 falleció en Bogotá Victoria Eugenia Zuluaga. "Vicky", abogada javeriana que se desempeñó en el sector financiero y empresarial y, en lo social, en las fundaciones Granahorrar y Colsanitas, fue una mujer de muchas facetas, entre ellas dar a sus amigos trato directo y franco. Esta nota suya está dirigida precisamente a ellos.
"Los amigos son para quererlos, pero también para exigirles que estén a la altura. Uno quiere a los amigos de manera dura, haciendo batir un látigo, porque sólo así se logra alcanzarles el alma. Es que hay demasiada hipocresía en la sociedad, la gente está acostumbrada a la falsedad, a los buenos modales mentirosos y entonces sonríe delante de los supuestos amigos para hacer luego mala cara a sus espaldas. No, nada de contemplaciones con los amigos. Nada de caras dobles con ellos. Pero eso hay que saber escoger a los amigos. Unos amigos bien escogidos son esos que duran toda la vida, a pesar de que a ratos uno quiera desaparecerlos y les cante hasta misa y viacrucis. Ellos verán si resisten esta manera ruda de quererlos o si prefieren las suavidades corrientes entre gentes blandengues.
Los primitivos y los salvajes debieron comportarse a arañazos con sus amigos. Ellos, que sabían cómo son las emociones recién estrenadas, tal vez se ganaban a sus mejores amigos luego de luchas a garrotazos en las que entregaban el corazón de modo definitivo, apasionado, sin velos, sin intermediarios. Un amigo entrañable comprende esta forma silvestre de relacionarse entre seres humanos y no se pone bravo a la primera paliza. Él intuye la carga de amor que viene del otro lado, del lado que vocifera y golpea. Él adivina que quien se atreve a zarandearlo sin pedirle permiso, lo está sencillamente abrazando con las uñas y garras más cordiales de la zoología. A pesar de que sean menospreciadas, las rutas del amor fuerte son las más seguras, las que obligan a tener las riendas templadas, las que resisten las tormentas del tiempo."
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Este texto me recuerda una situación con un viejo amigo, a quien siempre le sorprendió mi brutal sinceridad. Me acomodó el calificativo de "El Sincero", entre admiración e ironía. Mi explicación a mi actitud fue explicarle que cuando me piden una opinión digo lo que yo pienso y no lo que el otro quiere oír. Aunque parezca brutal. Aunque no sea lo que espera, porque en el fondo es lo que necesita.