domingo, 18 de septiembre de 2011

De muertos, títulos nobiliarios y esquelas




En el periódico de hoy, además de las pesimistas noticias sobre la economía, el futuro de España y de Europa, de algunas notas sobre los personajes de la crónica rosa, me he encontrado dos casualidades. Por una parte, en la columna de Paulo Coelho, una pequeña historia de John O’Hara:

"Un hombre va al mercado a comprar fruta cuando ve a su Muerte caminando entre la gente. Desesperado, vuelve corriendo a casa y le ruega a su amo que lo dispense ese día, ya que ha visto de cerca a su Muerte.

El amo deja que vuelva a su aldea, pero empieza a pensar que todo eso tal vez sea mentira. Decide ir al mercado y realmente ve a la Muerte de su siervo sentada en un banco. Le pregunta: –¿Qué estás haciendo aquí? ¡Mi siervo se ha asustado al verte, y por eso he tenido que dispensarlo hoy del trabajo! –Yo también me he sorprendido al verlo aquí –responde la Muerte–. Tengo una cita con él a las cinco de esta tarde en su aldea y, por lo visto, se me va a escapar.

El amo piensa en volver corriendo a casa y llamar a su siervo, pero es demasiado tarde. El destino se cumplirá exactamente como estaba escrito, sobre todo porque el hombre tuvo miedo de la Muerte e intentó huir de ella."

Por otra parte, las esquelas de los fallecidos recientemente y cuyo aniversario se cumple por estos días. Eso no tiene nada de raro. Pero lo que me llama la atención es lo pretenciosos que podemos ser los humanos, aún después de muertos. Me pregunto si en el Más Allá vale de algo ser Excelentísimo, Hijo Predilecto, Hijo Adoptivo de tal o cual pueblo, Marqués, Condesa, o viuda de...Me pregunto si es cierto que algunos mortales reciban la Bendición Apostólica de Su Santidad (no me imagino a Benedicto XVI volando de la Cuidad del Vaticano hasta Madrid a impartir la bendición a un moribundo).  Me pregunto cuánto cuesta la publicación de la esquela y cómo estarán los familiares de tan ilustres difuntos disputándose las herencias. Y me pregunto si esos excelentísimos muertos no se pudren ni se reducen a cenizas como el resto de los mortales con sólo uno o dos nombres y uno o dos apellidos.

Nota: Parece que hoy me he levantado malafollá, jejeje

4 comentarios:

  1. Si has estado mirando las esquelas del ABC, te aeguro que todos los difuntos y difuntas tendrán tratamiento y emplamarán cuatrocientos apellidos de realengo, piensa que el ABC ha sido siempre el periódico conservador, religioso y derechoso (aunque ahora le ganan LA RAZÓN y EL MUNDO, al menos en facherío) por eso es el preferido de la nobleza y la aristocracia para comuniar sus fallecimientos... Lo de la BENDICIÓN APOSTÓLICA, srgún he investigado, puede ser una coletilla de lo siguiente: En el antiguo Código de Derecho Canónico de 1917, en su canon 468.2, se establecía que el sacerdote que administraba la unción de enfermos, quedaba automáticamente delegado para dar la Bendición Apostólica de su Santidad (es decir, te bendecía el párroco pero era como si lo hubiera hecho el Papa), aunque en el Codigo de 1983, vigente, tras la reforma del de 1917, nada se dice, a no ser que se diga en otro documento eclesial, de ahí la coletilla que sigue figurando en las esquelas de los periódicos...

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  2. Vaya erudicción, Andrés. Pues has acertado: las esquelas son del ABC, que lo he comprado tres domingos solo por las pelis de la trilogía Milenium.

    Me siguen chocando esas muestras de "clasismo" de las esquelas mencionadas, pero de todo hay en la Viña del Señor... Pero arriba no hay títulos.

    Abrazos mágicos y púrpuras

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  3. Mucha esquelita y mucho tratamiento formal pero al final todos, ricos y pobres, en el mismo lugar: a dos metros bajo tierra (mira, como la serie, jaja)

    Besos y agur

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  4. Creo que todos acabamos en el mismo sitio despues de muertos, pero solo lo creo, que nunca estuve allí para comprobarlo, jajaja. Creo que morimos como vivimos, cada uno con sus historias, cada uno de donde viene y como ha querido vivir la vida. Pero muchas veces los apellidos no hacen a las personas, y todo lo que sigue a nuestro nombre no nos hace ser alguien egocentrico. Quizas, el orgullo de pertenecer a una gran familia, el querer recordar a los padres y abuelos. Que hay de malo en llevar a gala los apellidos de uno?

    Un beso

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