sábado, 24 de septiembre de 2011

En el día de tu santo, Merche.


Hoy es el día de Nuestra Señora de las Mercedes, llamada también Generala de los Ejércitos Celestiales, la Mujer Vestida de Sol y la Reina de la Paz, que cuenta con numerosos devotos en España y en América Latina. Recuerdo las celebraciones de su fiesta en la parroquia de San Benito de Palermo, en Medellín, templo al que está consagrada, y las cadenas y grilletes que lleva en su mano, como Patrona de los Reclusos. Me acuerdo que di mis primeros pasos de salsa con esa canción de Joe Arroyo. En mi antigua casa familiar había una gran litografìa suya y mi madre siempre me contó que fui presentado ante su imagen en el templo donde fui bautizado, para que me "librara de todo mal y peligro y me apartase de una mala hora que me llevase a la cárcel".

¿Por qué hablo hoy sobre esta advocación de la Virgen? Porque como en España se celebra también el día del santo (además del cumpleaños), no puedo dejar pasar la ocasión para una mujer que hace honor a su nombre: Mercedes, mi amiga Merche. Ella, además de ser una excelente amiga, es la persona más generosa que he conocido, la que comparte lo que tiene con los que tienen un apuro, que no se fija si a quien ayuda le acaba de conocer o es un viejo amigo. Siempre está lista para apoyar, aconsejar, sacarte una sonrisa, devolverte los ánimos. Se preocupa por todo y por todos. Ha recibido muchísimos desengaños de esas personas a quienes a favorecido con sus virtudes, pero como no lo hace esperando algo a cambio, vuelve a regalarse una y otra vez a otro ser humano a quien ella sabe que puede echar una mano.



Feliz día de tu santo, Merche.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Se venden las paredes del ático de Sara Montiel




Señora mayor, caduca y chocha, vende casa maravillosa en el barrio de Salamanca de Madrid, con una piscina maravillosa, 3 ó 4 dormitorios (ella no sabe con certeza cuántos), una piscina maravillosa que si no sabes nadar te ahogas, una terraza estupenda, maravillosa, con la televisión más grande que se haya hecho (de 80 u 85 pulgadas), donde se pueden ver películas suyas y de amigas suyas como Marlene Dietrich y Greta Garbo. Tiene que ser para gente muy abierta y joven también de mente, que le guste una casa clásica con sus ventanales y sus cortinas (o sin ellas). Se venden solo las paredes... No están incluídos los dos millones y medio de porcelanas, angelitos dorados, discos de vinilo de La Violetera, ni los jarrones chinos (o de tienda china) de dos metros de alto, ni los cuadros que no dejan ver el color de la pintura de las paredes, ni el agua estancada de la piscina maravillosa, ni el sillón auténtico Luis XVI, ni los siete amigos de su hijo con sus respectivas novias, ni esa medusa que lleva en la cabeza.

La señora María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Aurelia Esther Dolores Abad Fernández, conocida artísticamente como Sara Montiel no vende la casa por nada del mundo, excepto que le pongan delante tres millones cien mil euros (3´100.000 €).

NOTA: No cobro comisión a Idealista.com ni a La Saritísima.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Olvidar o Recordar?

"El 21 de septiembre es la fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Alzheimer para dar a conocer la enfermedad y difundir información al respecto, solicitando el apoyo y la solidaridad de la población en general. La enfermedad de Alzheimer es un desorden progresivo, degenerativo e irreversible del cerebro que causa la debilitación, la desorientación y una eventual  muerte intelectual. Su nombre proviene de Aloís Alzheimer, un neurólogo alemán que en 1907 describió los síntomas que presentaba una mujer de 48 años como graves problemas de memoria así como las características neuropatológicas de la enfermedad de Alzheimer."

"Debilidad, dolores de cabeza, vértigos, insomnio suave, irritabilidad, pérdida severa de memoria, cambios repentinos del humor, comportamiento infantil, son algunos de los síntomas que se han descrito como característicos de esta enfermedad que aqueja a gran número de personas en el mundo.  La Enfermedad de Alzheimer, la causa más frecuente de demencia en los ancianos, es un trastorno grave, degenerativo, producido por la pérdida gradual de neuronas cerebrales, cuya causa no es del todo conocida. Se trata de una enfermedad muy rara en los pacientes jóvenes, ocasional en los de mediana edad y más frecuente a medida que se cumplen años. La enfermedad afecta a las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Aunque cada día se sabe más sobre la enfermedad, todavía se desconoce la causa exacta de la misma y hoy por hoy no se dispone de un tratamiento eficaz."

Triste es ver cómo van perdiendo la memoria la madre, la abuela, el tío. Cómo su lucidez se va apagando y se vuelven como autistas que de repente vuelven a la realidad, pero a una realidad de 40 ó 50 años atrás. La abuela te confunde con tu padre y te cuenta historias que eran para él. Y quieren cerrar la puerta de la casa del pueblo o te manda a vigilar el corral de las gallinas. Tienen un cajón de recuerdos que se abre automáticamente, pero no tiene a mano la información sobre si es momento de cenar o de desayunar.

Hay tantos recuerdos guardados allí, revueltos, dispersos, gaseosos. Aún no sabemos qué podrá sentir un enfermo de Alzheimer, cuya mirada nos expresa como está perdido en los recovecos de su mente. Angustia, impaciencia, incomprensión, desorientación... Sus cercanos no saben cómo afrontarlo y tienen que sacar fuerzas de flaqueza para la convivencia (otros se desharán de ellos en un "centro especializado").

Los recuerdos son parte de nuestra historia, han formado nuestro carácter y nuestra actitud vital. Aunque siempre he dicho que nos falta en nuestro diseño un "interruptor de emociones", algo así como un "On/Off" para lo que nos duele, nos daña o nos causa pesadillas y pesares, es una pena que poco a poco vayamos perdiendo la noción de quién es esa persona que nos cuida todos los días, que ha vivido con nosotros muchas décadas, con la que nos casamos enamorados en la juventud, que no sepamos quiénes somos, que olvidemos hasta el nombre.

Ojalá no olvidásemos nunca aquel beso, la primera mirada enamorada, los amigos a quienes elegimos como hermanos, aquel viaje entusiasta, la primera aceptación, aquel premio en un concurso, aquellos ojos por los que nos colamos en un alma. Ojalá olvidáramos los desprecios, el odio, la injusticia, los errores con los que hemos hecho daño a otros, como una absolución.

Ojalá no se cierre el Banco de Recuerdos y que cada día tenga más y más depósitos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

De muertos, títulos nobiliarios y esquelas




En el periódico de hoy, además de las pesimistas noticias sobre la economía, el futuro de España y de Europa, de algunas notas sobre los personajes de la crónica rosa, me he encontrado dos casualidades. Por una parte, en la columna de Paulo Coelho, una pequeña historia de John O’Hara:

"Un hombre va al mercado a comprar fruta cuando ve a su Muerte caminando entre la gente. Desesperado, vuelve corriendo a casa y le ruega a su amo que lo dispense ese día, ya que ha visto de cerca a su Muerte.

El amo deja que vuelva a su aldea, pero empieza a pensar que todo eso tal vez sea mentira. Decide ir al mercado y realmente ve a la Muerte de su siervo sentada en un banco. Le pregunta: –¿Qué estás haciendo aquí? ¡Mi siervo se ha asustado al verte, y por eso he tenido que dispensarlo hoy del trabajo! –Yo también me he sorprendido al verlo aquí –responde la Muerte–. Tengo una cita con él a las cinco de esta tarde en su aldea y, por lo visto, se me va a escapar.

El amo piensa en volver corriendo a casa y llamar a su siervo, pero es demasiado tarde. El destino se cumplirá exactamente como estaba escrito, sobre todo porque el hombre tuvo miedo de la Muerte e intentó huir de ella."

Por otra parte, las esquelas de los fallecidos recientemente y cuyo aniversario se cumple por estos días. Eso no tiene nada de raro. Pero lo que me llama la atención es lo pretenciosos que podemos ser los humanos, aún después de muertos. Me pregunto si en el Más Allá vale de algo ser Excelentísimo, Hijo Predilecto, Hijo Adoptivo de tal o cual pueblo, Marqués, Condesa, o viuda de...Me pregunto si es cierto que algunos mortales reciban la Bendición Apostólica de Su Santidad (no me imagino a Benedicto XVI volando de la Cuidad del Vaticano hasta Madrid a impartir la bendición a un moribundo).  Me pregunto cuánto cuesta la publicación de la esquela y cómo estarán los familiares de tan ilustres difuntos disputándose las herencias. Y me pregunto si esos excelentísimos muertos no se pudren ni se reducen a cenizas como el resto de los mortales con sólo uno o dos nombres y uno o dos apellidos.

Nota: Parece que hoy me he levantado malafollá, jejeje

sábado, 17 de septiembre de 2011

Mi collar de perlas y diamantes


"Cada año de mi vida he buscado doce perlas. Doce personas que no conociera pero que se me aparecieran y marcaran mi mundo de tal manera que mi yo virara. (...) El Sr. Martín fue una perla de tu vida. Fue una joya que el mundo te dio y, aunque han pasado los años, aún la conservas... Eso confirma qué gran perla fue, pues el tiempo no le ha quitado nada de su brillo ni de su intensidad.

(...)

"Con el tiempo, algunas perlas pasan a ser diamantes. Cada ochenta o noventa perlas aparece un diamante... Un diamante, para que me entiendas, es una de esas personas se te hace tan básica y tan importante en tu vida que parece creada únicamente para ti".


Vuelvo con la novela de Albert Espinosa a propósito de un mensaje que recibí hoy, con motivo del Día del Amor y de la Amistad, celebración más comercial que otra cosa, establecida en Colombia . Aunque se trata de celebrar con los amigos y l@s enamorad@s, con el fin de aumentar las ventas de los comercios, es un día grato para compartir. Como el día de la Madre, o el del Padre, el de la Mujer o el de Árbol.
Amigos, oros y vinos
cuanto más viejos, más finos

Pero cuando un amigo que está a 8276 kilómetros te manda un mail diciéndote "Son Amigos los que cuando llega el reencuentro después de mucho tiempo, es como si ayer hubiésemos dialogado", uno vuelve a creer en aquellos que son perlas y aún más en los que se convierten en diamantes. Yo los llevo en un cofre muy especial, en el corazón. No los luzco al cuello para no presumir, pero vivo orgulloso de ellos. A lo mejor no me haga a doce perlas por año. A medida que pasan los años, uno se vuelve más selectivo y se vuelve más experto en distinguir los auténticos de los que son vulgares imitaciones. Pero los que tengo son de esos que no pierden el brillo, la intensidad ni la calidad. Es más, como los buenos vinos, mejoran con el tiempo.

Un abrazo muy especial a todas las joyas que guardo en mi corazón:
Nico, Fer, Miguel, Merche, Edu, Sergio, Amneris, Jordi, Andrés, Pilar, Adriana, Caliche, Ramón, Mariajo, Cristina, David, Jael, Marisa, Javi, John Jairo, Tere, Javier, Thiago, Alex, Jorge, Raúl, Pablo, Antonio, Conchi, Trini, Todor, Silvia...

viernes, 16 de septiembre de 2011

Premio por Malafollá

Malafollá:  Según el diccionario OGG,

 "Es una mezcla de humor, ironía, cinismo y sarcasmo, principalmente, aparte de unas cuantas cosas más. Pero, más que nada, destacan el humor y la ironía. Es algo que tenemos los granainos en nuestro comportamiento y que es parecido a lo que los gallegos llaman "retranca", aunque más complejo. Digamos que si un granadino o granadina no tiene cuidado hablando con alguien que no es granadino o granadina, con esa malafollá corre el riesgo de que se puedan molestar".

Resulta que me han nombrado Malafollá Honoris Causa, premio instituido por el bloggero Andrés, director, autor, jurado de sus premios, amigo virtual y lector y comentarista habitual de Lo que (se) me ocurre. Me ha sorprendido por la concesión de un segundo premio en pocos días, (el primero fue por pillarle un gazapo). Esta vez porque he aprendido a usar su término en uno mis post, el cual me ha  "llenado de orgullo y satisfacción". Pero lo que más me ha sorprendido es cómo lo que uno escribe porque le da la gana, porque lo siente o porque quiere hacer catarsis, refleja en los demás diversas opiniones y conceptos. Andrés ha escrito sobre Merlín Púrpura que puede parecer críptico y misterioso (no lo hubiera dicho yo mismo, pero debe ser influencia mágica del famoso mago), y me considera maravilloso, extraordinario, sensible, cercano, exquisito y otras lindezas. ¡No será para tanto!, humildemente lo digo.

Sí que me enorgullece recibir este premio, tan granadino, cuando nunca he estado en Granada, linda tierra y con linda gente, según dicen, lo cual me obliga a ir tan pronto pueda, a conocer a Andrés y a abrazarle por su cariño, y a recoger una cerámica de fajalauza granaína real, y para sentirme totalmente granaíno y malafollá.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Felicidades, Fer!

Las manos de Fer
Tiene las manos más bellas que conozco. Unas manos que han sembrado la tierra, que se han manchado de tiza durante años y años en la pizarra de su aula, que cocinan con amor cualquier plato que su maravillosa mente crea, que dibujan como todo un artista. Unas manos que saben acariciar, amar, consolar, que saben de justicia y de equidad, que saben jugar con  y como un niño.

Tengo la fortuna de que nos conocemos muy a fondo, hasta donde nuestras singulares personalidades lo permiten. Ha sido quizás la primera persona  de España que puedo considerar mi AMIGO (de los que se escriben con mayúsculas). Con él he compartido momentos muy buenos y otros muy malos. A él he podido acudir cuando necesitaba llorar y siempre estuvo dispuesto a abrazarme y eso ha sido mi mayor consuelo.

Hemos viajado por algunos lugares maravillosos, gracias a su iniciativa y generosidad. Hemos compartido mesa, vinos, nostalgias, música, a su familia. Ha sabido quedarse en mi cuarto cuando he estado enfermo. Con él las cosas son fáciles. No se necesitan excusas para estar bien a su lado, porque tenerle cerca es suficiente. Es muy suyo, en algo parecido a mí en lo "asquerosamente independiente" (pero no hay que tomar esta expresión como algo negativo). Y a veces extraño sus silencios, sus interioridades, cuando se monta su casa como un caracol, pero sé que en esos momentos estará reinventándose, mudando su piel interna y externa para volver al mundo cuando sabe que está preparado para enfrentarlo de nuevo.

Manos que crean

Le conozco hace casi siete años y nunca ha dejado de apoyarme, de animarme, de cuidarme... hasta de velar por mi bienestar. Lo mejor de Fer es su ecuanimidad. Es de las pocas personas que conozco que saben dar un consejo, una sugerencia, de tal forma que uno se queda con la sensación de que la respuesta o la salida surgió de uno mismo y no de él.

¿Por qué escribo esto? Porque hoy es su cumpleaños y quiero contarle al mundo que le tengo entre mis más preciados afectos. Que me siento orgulloso de él. Que le quiero mucho (frase que le hace ruborizar). Que deseo tenerlo siempre conmigo, como esas joyas que uno guarda celosamente, que muchas veces le extraño, que le deseo lo mejor. ¿He dicho que le quiero?

Felicidades Fer, Amigo que llevo en el Alma.


martes, 13 de septiembre de 2011

Si tú me dices ven lo dejo todo...

En estas noches de insomnio, me entretengo con los libros (mucho mejor que las constantes repeticiones de los programas de telecotilleo-grito-insulto de alguna cadena de 5ª categoría, ¿o no?). Anoche le metí el diente, mejor dicho, el ojo y la mente, a un libro que regalé a una entrañable amiga por su cumple (y me beneficio del regalo, leyéndolo): Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, del escritor, actor, director, guionista e ingeniero químico Albert Espinosa (Barcelona, España, 1973).

No voy a revelar el argumento de esta novela, "dedicada a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales";  pero sí debo decir que engancha desde la primera página y que si el ejemplar de libro fuese mío, ya tendría subrayadas muchas frases (costumbre que tengo desde que tengo memoria y que dan fe de que un libro ha sido leído, disfrutado y poseído).

En los libros, como en las películas o en el teatro, se cuenta una historia, se entrelazan personajes, se lleva al lector por donde el autor quiere que vaya. Eso no es ningùn descubrimiento. Pero a veces hay una escena, una palabra, una frase, un decorado, una canción, que hace que aquel que entra en ella ponga una "pausa", que frene en seco, se meta en su propia historia y obtenga más disfrute. Es lo que me pasa con este libro. Me maravillan sus metáforas. Con una sola frase, con dos o tres palabras, me detengo, pienso, sueño, sin dejar de lado la historia saltarina que me va llevando y trayendo tras un personaje u otro.

Para ello, dejo aquí algunas de ellas, que al pasar los ojos por las letras de imprenta, se me quedan clavadas en algún sitio de las emociones.

*** *** ***

Por qué somos así si nos queremos tanto...

Nos dijisteis que hiciéramos el amor... y no la guerra. Os hicimos caso, ¿por qué entonces el amor nos hace la guerra?

No puedo vivir sin tí...
Sí que puedes...
Sí,  pero no quiero.
(...)
Pero es difícil gozar con un "Te quiero"propio.

Nunca imaginé que unos cajones vacíos pudieran contener todavía tanto de lo que estaban llenos ni tampoco que nadie pudiera ser capaz de guardar tan rápidamente una vida en una maleta.

Lo mejor de recordar es que puedes regresar cuando lo deseas, nadie te puede robar o impedir eso. (...) siempre que vuelves, el recuerdo es diferente.
Y si el recuerdo es diferente, uno lo acaba siendo también, porque ahí están tus raíces y si tus raíces cambian, también cambia tu tronco...

Si quieres mucho, amas, es el grado superior, es automático, no busques más.

Si te pierdes de pequeño, no te perderás de mayor.

*** *** ***

Por ahí voy en la lectura. Seguro que esta noche encontraré muchas más. Pero las que te pueden impactar las debes encontrar tú, lector de este blog. Podremos coincidir o no, pero a cada uno le llegará donde debe.


lunes, 12 de septiembre de 2011

Spartacus, vencido

 

Amlwch, 17 de julio de 1972 - Sídney, 11 de septiembre de 2011

Andy Whitfield, el actor galés que interpretó la serie 'Spartacus sangre y arena' y que luchó durante 18 meses como un auténtico gladiador contra el cáncer linfático que le diagnosticaron en 2010, ha sido vencido por la enfermedad el 11 de septiembre de 2011. El  joven y hermoso guerrero de ojos turquesa  falleció en Sidney, rodeado de su esposa y de sus hijos, y deja un gran vacío en la serie, para la que se espera una segunda temporada a comienzos de 2012 , esta vez protagonizada por Liam McIntyre, un compatriota suyo.

Viva la cortesía

Arturo Pérez Reverte comenta en su columna del XL Semanal, esta vez sobre los buenos modales y  la cortesía, especialmente cuando nos dirigimos a personas que no conocemos o que nos prestan un servicio. Se queja el escritor de cómo ha ido desapareciendo el cortés "por favor" cuando pedimos algo al camarero, el "buenos días" cuando nos cruzamos con un vecino por las escaleras o en el ascensor.

En el artículo en mención, se queja de lo prácticamente imposible que resulta a veces que alguien te conteste el saludo e incluso trata de explicárselo:

 "... no creo que deban atribuirse siempre a grosería o mala voluntad. Muchas veces se trata sólo de incertidumbre y timidez social, fruto de una educación deficiente: la inseguridad de no tener claros, desde niños, los usos elementales de cortesía y convivencia. Y no deja de ser contradictorio, en esta España saturada de demagogia idiota, buen rollito y compadreo cantamañanas, que despreciemos de ese modo las fórmulas que, precisamente, ayudan a que la sociedad de los seres humanos sea soportable."

Lamento tener que comparar esta situación con la de otras "sociedades" o "culturas", pero vivo hace once años en España y aún no me acostumbro a que me dejen con el saludo en la boca. A veces pienso que me cruzo con mucha gente sordomuda, más que maleducada. Tengo que ir cada lunes a una dependencia oficial a entregar una documentación. Suelo ir a la misma hora y me atiende (es un decir) la misma funcionaria, que desde hace treinta semanas, ningún día me ha contestado el saludo. Ella (malafollá o estreñida), se limita a decir: "¿Qué quiere?", a poner un sello en un papel y a no responderme jamás a un "Muchas gracias, que tenga un buen día".

Puedo asegurar que mi médico de cabecera (cuando no está de baja) no se ha enterado de cómo voy vestido a la consulta, en la que sólo estoy dos minutos, lo que tarda en imprimir una receta, y su sustituta se limita a sacarme el parte de baja a la sala de espera sin molestarse en preguntar si me siento mejor.

 
Las empleadas de los supermercados, excepto las latinoamericanas, se limitan a contestar, cuando preguntas dónde está tal sección: "En el tercer pasillo al fondo, búsquelo". La extranjera te acompaña. La vecina de tu misma planta, te cierra la puerta del ascensor en la nariz, aunque tú vengas cargado de paquetes. Estás hablando con alguien, o eso crees, y el interlocutor está chateando por el WhatsApp. Vas andando por la calle y si hay dos o tres "marujas" en medio de la acera conversando, ellas no se mueven aunque tengas que salirte al carril de los coches. La vecina no centrifuga la ropa y esta escurre sobre la tuya a punto de secarse. O sacude la alfombra, el mantel o lo que sea por la ventana. (Las gallinas de arriba se cag_ _ _ en las de abajo).

Extraño, once años después, los buenos días del conductor del autobús, incluso el "Dios le bendiga" del pordiosero, la limpieza del suelo de las cafeterías y del metro. Extraño la buena educación, la cortesía, el trato cordial, sin falsas zalamerías, de otras tierras "conquistadas" por la Corona Española.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cha cha cha cha cha chán... ¡Resistiré!

Anoche volví a ver Átame, la película de Pedro Almodóvar estrenó en 1990 y sigue siendo tan magnífica y fresca como hace 21 años. Surrealista, desinhibida, romántica, tragicómica. Una película que cada vez que se ve se le encuentran nuevos detalles y que mantiene la firma indeleble de su director.

Pedro Almodóvar ha tenido distintas etapas en su carrera, como cualquier creador, pero no deja de lado su discurso, no olvida nunca que tiene mucho qué decir; están presentes sus "motivos", lo religioso, lo naif, lo kitsch, el amor, la pasión, lo inexplicable o ilógico del ser humano...

Esta película desarrollada  casi exclusivamente en dos habitaciones, donde se encierran dos personajes parecidos pero tan distintos, tarde o temprano van a coincidir en la estación final de sus respectivas líneas de metro,  van a curarse de sus heridas vitales, van a terminar en la almena de su propio castillo, sin necesidad de un final rosa, sino arriesgándose, decidiendo luchar, sobrevivir, resistir, doblándose pero sin romperse.

Alguna vez publiqué un post sobre este tema, pero la canción final, Resistiré, (Dúo Dinámico) siempre llega a mis oídos cuando más necesito una voz que me recuerde que tengo que sacar fuerzas, que tengo que aguantar, que hay que sacar la cabeza del fango que me he dejado tirar encima, que puedo...

Cuando pierda todas las partidas,
cuando duerma con la soledad,
cuando se me cierren las salidas
y la noche no me deje en paz.

Cuando tenga miedo del silencio,
cuando cueste mantenerse en pie,
cuando se rebelen los recuerdos
y me pongan contra la pared.


Resistiré
para seguir viviendo.
Me volveré de hierro para endurecer la piel.
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte,
soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.


Resistiré
para seguir viviendo.
Soportaré los golpes y jamás me rendiré.
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos,

resistiré.

¡Resistiré!

Cuando el mundo pierda toda magia,
cuando mi enemigo sea yo,
cuando me apuñale la nostalgia
y no reconozca ni mi voz.

Cuando me amenace la locura,
cuando en mi moneda salga cruz,
cuando el diablo pase la factura
o si alguna vez me faltas tú
.
¡Resistiré!

martes, 6 de septiembre de 2011

Reflexión ecológica

¡Qué épocas tan diferentes! 
Un discurso sobre la Onda Verde

 
En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que las bolsas plásticas no eran buenas para el medio ambiente.

La señora pidió disculpas y explicó: "Es que no había esta onda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente."


Entonces la señora le hizo esta reflexión:

Tiene razón: Nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos.

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usas las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.

Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las gradas, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer dos calles.

No teníamos una onda verde en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios; la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.

No teníamos la onda verde en nuestros días.

En ese entonces teníamos una televisión, o radio, en la casa: no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (¿se acuerdan?), no una pantallota del tamaño de un estadio. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran todo por nosotros. Cuando empacábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plástico de burbujas o bolitas plásticas.

En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el pasto. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.

No había en esos tiempos una onda verde.

Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos las plumafuentes con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero no teníamos una onda verde por entonces.
En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un ómnibus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que ¿no les parece lamentable que la actual generación esté lamentándose de cuán botarates éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Me han premiado otra vez

Premio otorgado por Observatorio Gay Granatense


No siempre la gente se enfada porque le corrijan sus errores. Como seguidor frecuente del Observatorio Gay Granatense, escrito con buena pluma (o debería decir tecla), finísimo humor e ironía y perfecta documentación, me encontré un error de expresión que me tomé la libertad de comentar en privado con su autor. No voy por los blogs navegando en busca de meteduras de pata, pero esta me recordó la corrección que me hizo en su momento el profesor de español en el bachillerato.

A raíz de ello, Andrés, el Observador Granatense más avezado que conozco (así sea vía mail/blog), me concedió el premio que orgulloso ostento ahora. Todo por explicarle que no es correcto decir indiosincracia (sic), sino idiosincrasia que, según la Real Academia de la Lengua Española significa:

(Del gr. ἰδιοσυγκρασία, temperamento particular).
1. f. Rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad.

Gracias Andrés por el premio, inmerecido, que acepto como un honor. (Es lo que se dice en estos casos, pero uno siente su orgullo henchido.Cosas de la idiosincrasia).

domingo, 4 de septiembre de 2011

Los amortales

Parece que hay una nueva "raza" de humanos: Los amortales. Aquellos que viven de la misma manera toda su vida, haciendo las mismas cosas desde la adolescencia, sin importarles lo adecuado (¿qué es lo adecuado?) para su edad. Ignoran la certeza de la muerte y continúan detrás de sus aspiraciones vitales. Tengan la edad que tengan, siguen escalando montañas, catando vinos, tatuándose o perforándose la piel, disfrutando de nuevas tecnologías... Su idea es como la de Ikea: "Tengo derecho a mi fiesta".

Un amortal vive pensando y actuando como cuando era más joven. No estoy en desacuerdo con vivir la vida con intensidad, haciendo lo que te dé la gana, sin molestar a los demás. Lo que no  creo que sea sano es que alguien de sesenta años se comporte como si tuviera 19. Como ciertas personas, sobre todo del mundo de la farándula que siguen creyéndose, gracias al botox, a los ácidos inyectables paralizantes  de músculos, a mascarillas de oro o de barro -da igual- que aun tienen 25 y pretenden seguir representando papeles de jovencitas o de galanes protagonistas de telenovelas.  La edad es solo "una acumulación aritmética de días, semanas, meses y años, pero mantenerse joven es un estado mental. Y este no se nota en el vestuario, ni en la ausencia de arrugas, sino precisamente es algo más profundo, la psiquis.
Jeffry Life, 72 años

Y esa psiquis hace que Mick Jagger siga a los 68 años subido a un escenario y llenando estadios de fans de todas las edades. Pero lo que no concibo es vivir como avestruces, temiendo a la decadencia física y a la muerte, haciendo como si no existieran, atiborrándose de terapias hormonales antienvejecimiento, tintes para las canas y el doble de horas de gimnasio que a los 20, y seguir siendo talluditos peterpanes que, igual que todos, terminarán siendo cadáveres bonitos, pero cadáveres al fin y al cabo.

 Aceptar la vejez no es malo. Es apreciar la sabiduría que se acumula y sentirse cómodo con las arrugas. Lo peor es que los amortales se vuelven depresivos cuando se ven obligados a afrontar la realidad.

Tomado de XL Semanal