jueves, 14 de octubre de 2010

¡Y me vestí de baturro!

La RAE define baturro en la actualidad como rústico aragonés; pero hasta no hace mucho tiempo se podía leer: despectivo de «bato», «hombre tonto, rústico, poco inteligente»; para Borao, baturro «se dice de los jornaleros del campo y gente menos acomodada; pero es voz familiar»; y para Casares es adjetivo, «rústico aragonés»; finalmente, Rafael Andolz lo define como «natural de Aragón» o castizo, y afirma que «generalmente no tiene el sentido que le da la Academia». En realidad se ha perdido la acepción del adjetivo, como labriego o rústico, y ha cobrado el apelativo cariñoso del aragonés, aunque siga conservando el matiz peyorativo «baturrada». (Definición de la Gran Enciclopedia Aragonesa).

Casi a punto de cumplir diez años viviendo en Zaragoza, no había tenido la oportunidad o el arranque para vestirme de baturro y participar como otros miles de aragoneses en la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar. El 12 de octubre, día de la Patrona de la Hispanidad, los fieles de esta tierra hacen largas horas de espera, bajo el sol o la lluvia, acompañados de sus fraternidades, cofradías, familias o peñas, rigurosamente vestidos con alguno de los trajes típicos de la zona, para formar con sus ramos de flores el manto de su amada Pilarica.

Desde la primera vez que la vi, con ojos de foráneo, me impresionó esa tradición de carácter religioso, acto central de una semana de conciertos, corridas de toros, ferias, jotas, bebidas y comidas... y todo el mundo en la calle. Y este año me dio por vestirme de baturro y llevar mis flores a la Virgen, como cuando niño las llevaba al altar del colegio. En esta tierra obtuve la nacionalidad española, en esta ciudad he vivido casi desde que llegué a Europa, aquí he soñado, reído, llorado y amado, así que me siento de aquí. Y esto responde a quienes me han preguntado por qué no me vestí con el traje típico colombiano (del cual sólo tengo el carriel que era de mi padre).



De verdad que es un toda una faena esto de la Ofrenda. Toca conseguir con anticipación el traje con todos sus accesorios: camisa, chaleco, fajín, pantalón corto, medias, calzones (calzoncillos largos -pero éstos no asoman por la cintura, sino que se ven por los bajos del pantalón-), el cachirulo (pañuelo atado a la cabeza), alpargatas (que al ser de suela de esparto (cabuya para los latinos) dejan pasar a los pies toda el agua que puede caer del cielo (como este año). No hablemos de lo que cuesta un traje a medida (un dineral), así que hay que alquilarlo. Hay que madrugar para encontrar a los "colegas" con quien se va a la Ofrenda. Hay que buscar por donde entrar al desfile... y caminar despacio, muy despacio, hasta llegar a la Plaza del Pilar y entregar el ramo a aquellos que se encargan de colocar las flores a los pies de la imagen de la Virgen, elevada sobre un gigantesco andamio que al final de la tarde tendrá un manto de varias toneladas de flores a sus pies.



Me emocionó llegar a la Plaza, elevar los ojos a la imagen y pedirle muchos favores. En realidad no hice un listado. Sólo mentalmente le dije a la "Pilarica" que ella sabía mis necesidades y que sabría cómo orientarme y que cuidara a mi familia y amigos.
Luego vendría el chocolate con churros, las fotos con el móvil, la visita a los amigos que no se creían ver a este paisa-baturro, la comida con una familia amiga... y la satisfacción de hacer parte de una nueva ciudad.

2 comentarios:

  1. jaj Bueno, cari, si te gusta eso, pues nada, encantado de verte y saludarte... >Ya sabes que yo no soy muy religioso, y no acabo de entender estas manifestaciones religiosas y menos de un pueblo que luego no va nunca a misa... pero si me dices que es una cosa folkclórica, pues bueno, y si te hacía ilusión pues mas, aja


    Bezos.

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  2. Estás lindo muy lindo. Me alegra que te sientas de esta tierra que aunque son un poco brutos son los mejores del mundo.

    Un besazo y un gran gran abrazo.

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