martes, 11 de mayo de 2010

Apiádate de nosotros

Una Oración en el Camino de Santiago
Inspirada en el poeta brasileño Vinicius de Moraes

«Tened piedad de los que tienen piedad de sí mismos y se consideran buenos e injustamente tratados por la vida porque no merecían lo que les sucedió –pues éstos jamás conseguirán sostener el Buen Combate–. Y tened piedad de los que son crueles consigo mismos y sólo ven maldad en sus propios actos y se consideran culpables por las injusticias del mundo, porque éstos no conocen Tu ley que dice: `Hasta los hilos de tu cabeza están contados´.

»Tened piedad de los que mandan y de los que sirven muchas horas de trabajo y se sacrifican a cambio de un domingo donde está todo cerrado y no existe lugar a donde ir. Pero tened piedad de los que santifican su obra y traspasan los límites de su propia locura y terminan endeudados o clavados en la cruz por sus propios hermanos, porque éstos no conocerán Tu ley que dice: `Sed prudentes como las serpientes y simples como las palomas´.

»Tened piedad de los que comen y beben y se hartan, pero son infelices y solitarios en su hartazgo. Pero tened más piedad aún de los que ayunan, censuran, prohiben y se sienten santos y van a predicar Tu nombre por las plazas, porque éstos no conocen Tu ley que dice: `Si yo testifico respecto a mí mismo, mi testimonio no es verdadero´.

»Tened piedad de los que temen la Muerte y desconocen los muchos reinos que recorrieron y las muchas muertes que ya murieron y son infelices porque piensan que todo acabará un día. Pero tened más piedad de los que ya conocieron sus muchas muertes y hoy se juzgan inmortales, porque desconocen Tu ley que dice: `Quien no nazca de nuevo no podrá ver el Reino de Dios´.

»Tenedla de los que no creen en nada, porque ellos nunca oirán la música de las esferas. Pero tenedla más aún de los que poseen la fe ciega y en los laboratorios transforman mercurio en oro y están rodeados de libros sobre los secretos del tarot y el poder de las pirámides, porque éstos no conocen Tu ley que dice: `Es de los niños el reino de los cielos´.

»Tened piedad de nosotros, Señor, porque muchas veces pensamos que estamos vestidos y estamos desnudos, pensamos que cometemos un crimen y en verdad salvamos a alguien. No os olvidéis en vuestra piedad que desenvainamos la espada con la mano de un ángel y la mano de un demonio sosteniendo el mismo puño. Porque estamos en el mundo, continuamos en el mundo y Te necesitamos. Necesitamos siempre Tu ley que dice: `Cuando os mandé sin bolsa, sin alforjas y sin sandalias, nada os faltó´».

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