miércoles, 30 de septiembre de 2009

De cine. Sobre el miedo a sí mismo


«¿Sabes lo que te pasa?

No tienes valor.

Tienes miedo.

Miedo de enfrentarte contigo misma y decir:

Está bien, la vida es una realidad,

las personas se pertenecen las unas a las otras,

porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad.

Tú te consideras un espíritu libre,

un ser salvaje,

y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula.

Bueno nena, ya estás en una jaula.

Tú misma la has construido,

y en ella seguirás vayas a donde vayas,

porque no importa a donde huyas,

siempre acabarás tropezando contigo misma».


George Peppard a Audrey Hepburn,
Desayuno con diamantes.


martes, 29 de septiembre de 2009

Un año más

El 29 de septiembre de 2000 desembarqué de un avión de American Airlines en el aeropuerto de Barajas (Madrid). Traía conmigo dos gigantes maletas con mi ropa, parte de mi música, todos los cuadernos de apuntes personales de años (aún no había descubierto los blogs), algunos libros, la radio grabadora que me regaló mi madre el día de mi graduación como periodista y un montón de ilusiones y de sueños por alcanzar.

Llegué muy cansado del largo vuelo y del cambio de horario, pero eso no importaba porque venía a vivir a España, mi sueño de toda la vida, muy bien acompañado por una persona que entonces llenaba mi historia personal de felicidad y-ahora no estoy muy seguro-, creo que estaba en la misma línea y hoy no comparte caminos conmigo. Pasados los nervios del paso por inmigración y recibir la bienvenida a este país, lo primero que vi al salir del aeropuerto fue una escultura de Fernando Botero que me hizo sentir que no me había alejado mucho de Medellín. Y parodiaba la frase de la ópera rock Evita: "Hola, Madrid, ahora vas a ver de lo que es capaz una gran estrella/una gran estrella/en la ciudad".

Ya he contado mis comienzos de esta nueva etapa de mi vida. Los primeros días en casa de un amigo de toda la vida, los primeros trabajos, las rutas perdidas por la gran ciudad, los ojos abiertos ante el casco antiguo, los auditorios, los restaurantes. Acoplarse a nuevos modos de ser, de estar, de vivir y de sentir. Las ausencias físicas -mas no emocionales- de los antiguos amigos y de la familia. Los flash-back de calles y situaciones en Colombia. La primera Navidad, solo y en compañía. El despertar en la mañana preguntándome qué hago yo aquí.

Han sido muchas alegrías y muchos malos tragos. Luchas constantes, a veces tomando un respiro al pie del camino para recuperar fuerzas y seguir adelante. En estos años perdí a mi querida abuela y lo duro fue recibir la noticia por teléfono y recordar sus palabras al despedirme de ella aquella mañana del 28 de septiembre: "Nos volveremos a ver, pero en el Cielo". Supe de amigos que no lo eran. Gracias a internet mantuve y mantengo contacto con mis Mejores Amigos y supe de los que no lo fueron. Recuperé viejos amigos a los que había perdido el rastro y una Noche Vieja recuperé la risa y compañía inapreciable de Amneris. Luego de dos años en España perdí la amistad, amor y compañerismo de aquel con quien pensaba que iba a vivir hasta la vejez. Y esa fue mi peor vivencia, la causante de una profunda depresión que aún vive agazapada en lo profundo de mi corazón (aunque los médicos puedan decir que es en el cerebro).

Por razones desconocidas terminé viviendo en Zaragoza, una ciudad que solo conocía porque tiene una homónima en Antioquia. Una ciudad que he aprendido a querer porque es donde más he llorado. Aquí también he construido otra parte de mi vida. Aquí he trabajado y vivido más de ocho años y sigo añorando a Madrid y a Barcelona. Pero una de las lecciones aprendidas a la fuerza es que uno está donde quiere sino donde tiene que estar. Aquí he trabajado, me he independizado (aún más, si cabe), conseguí la nacionalidad española, he ejercido el derecho al voto en mi nuevo país, obtuve -después de siete años de tramitología- la homologación de mi título universitario, realicé la segunda exposición de fotografías (la primera fue en Madrid) y sigo trabajando como camarero porque parece que para mí no hay más opción (o al menos eso se creen algunos).

En Zaragoza he hecho un pequeño y entrañable mini grupo de amigos. Fernando, cercano, amoroso, sincero y siempre presto a echarme una mano en los malos momentos. Jordi, joven adulto con la palabra precisa y el juicio objetivo y certero. Amneris, la flaca risueña que con sus preguntas me orienta en el camino que a veces pierdo. Miguel-Ojos-Azules, el fiestero enamorado y malquerido que aún no sabe por qué no lo sacaré del corazón. Cristina, uruguaya, amiga fiel y señora donde las haya. John Jairo, paisa de pura cepa, que me respeta por sobre todas las cosas. Y muchos anónimos, pasajeros, temporales, que me han dado su cariño, han compartido sus penas y alegrías, han abierto su corazón y han marchado por los caminos que han elegido.

Son nueve años en los que aún me pregunto a veces si esto ha valido la pena. Si es necesaria la soledad para comprender la vida. Si algún día se me valorará en mi capacidad intelectual y profesional. Si algún amanecer aprenderé lo que tengo que aprender de esta elección.
Nueve años en los que he esperado lo que sé que ha de llegar.

Sigo aquí... deseando dejar alguna semilla que germine en el corazón de los demás.

Sigo aquí... esperando (te).

domingo, 27 de septiembre de 2009

La generación de los autistas

Los chicos de antes jugaban a la pelota, a tocar los timbres del vecindario y salir corriendo, a la vuelta en bicicleta con chapas de refresco sobre las líneas de la cancha de baloncesto, a rodar por un montículo de tierra sobre un cartón encerado, a competir con un carro de madera y ruedas de balines. Y hablaban, reían, inventaban historias. Y al hacerse adolescentes compartían juegos de coqueteo con las niñas del barrio o las colegialas que paseaban por alguna calle céntrica de la ciudad.


Hoy, pasmado, veo ante a mí a una generación de niños y adolescentes autistas. No saben hablar, leer ni comunicarse. Oír, sólo el sonido personal y exclusivo de sus IPod en sus auriculares. Hablar, solo por el messenger, aunque tengan a su interlocutor a menos de dos metros de distancia, o por ininteligibles mensajes de texto desde sus teléfonos móviles. El sábado pasado llegó a la bocatería donde trabajo un grupo de diez personas, dentro del cual había tres adolescentes. Al acercarme a tomarles el pedido, sus padres eligieron por ellos las respectivas hamburguesas y trabajo me costó que los chavales me pidieran por su propia voz las coca colas. La causa: sendas playstation por las que se encontraban absorbidos. No las abandonaron para comer. No dirigieron la palabra a nadie. No se enteraban de lo que comían o bebían. Eso sí, al menor de ellos se le abona a su favor que lo que llevaba entre manos era ¡una novela!

El mundo de las comunicaciones nos tiene incomunicados. El anterior es solo un ejemplo. Veo por las calles a caminantes, ciclistas, pasajeros de autobús y atletas aficionados inmersos en su música, como evitando el contacto con otros seres humanos. Jóvenes incapaces de hablar con el compañero de al lado si no es por el messenger, el Hi5, el Twiter, el Facebook o no sé qué otras mal-llamadas "redes sociales". Adolescentes abúlicos, con tendencia a la obesidad, una generación incapacitada para interactuar en el mundo real, cambiado por el virtual. Y padres dadores de aparatos tecnológicos, para que "se estén tranquilitos".

lunes, 21 de septiembre de 2009

La Vida es un Ratico

Juanes nos ha llenado de orgullo con su última actuación, que más que eso es un llamado a la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos. Ha reunido en la Plaza de la Revolución en La Habana, Cuba, a 14 artistas de talla internacional para cantar ante más de un millón de cubanos y extranjeros, sin más interés que el de ofrecer algunas horas de buena música, de diversión, de aislamiento de temas como la violencia, la crisis -¡ay, la crisis!-, las dictaduras, la opresión, la pobreza...

Según informa La Razón, en su edición digital, Una marea humana vestida de blanco respaldó el concierto "Paz sin fronteras", que mereció duras críticas de residentes cubanos en Miami. Sus principales promotores, el colombiano Juanes y el español Miguel Bosé, celebraron ante una multitud haber congregado a "1.150.000 personas" en la Plaza de la Revolución, tal como dijeron. El artista colombiano se dirigió al público en varias ocasiones para hablar en favor de la paz y el diálogo: "La música debe viajar como el aire, debe llegar a todos los lugares, no importa cómo pensemos ni qué religión tengamos, al final somos iguales". También aludió a su país al dedicar una canción a "los que están secuestrados en la selva" y a los "privados de su libertad". Los canales de TV en español de Miami siguieron en vivo el concierto, alternando elogios y críticas. La cadena Univisión difundió un breve reportaje en el que Barack Obama indicó que el concierto no tenía la "bendición" de Washington, pero que tampoco "perjudica".


Sin embargo, hay cosas que no comprendo. Primero, las críticas de los cubanos en el exilio que, en mi opinión, creen que sus compatriotas que permanecen en la isla no tienen derecho a un megaconcierto, a tener unas horas de relax, a disfrutar de un espectáculo que pocas veces tienen oportunidad de presenciar, porque consideran que cualquier presencia o actuación en Cuba supone un apoyo a un régimen que lleva instalado 50 años en el poder. Y segundo, no entiendo por qué Washington tenga que dar o no bendiciones a lo que se haga o deje de hacer fuera de su territorio. Entiendo que el objetivo de Juanes no es político, es simplemente cultural y artístico: cantar para el público. Esta vez no llevaba la camisa negra, porque no tenía negra el alma. Llevaba la camisa blanca porque es un hombre de paz, de igualdad, universal, que sabe que la vida es un ratico y que ese tiempo hay que aprovecharlo para hacer el bien.


Me enorgullece el tesón de este paisa, una de las figuras colombianas de talla internacional. Un hombre que no ha olvidado sus raíces, que ha trabajado y luchado por aportar algo a resolver injusticias de Colombia. Un hombre que cree en la igualdad y que, en esta oportunidad ha brillado con luz propia y que no se echó atrás ante las primera presiones del sector más radical en el seno del exilio cubano para haber disuadido a cantantes como Enrique Iglesias, Ricky Martin o Maná de acudir a La Habana. Esta vez su nombre estaba en la primera línea, en mayúsculas, cosa que pienso él no busca. Pero es curioso como en todos los diarios y noticieros de televisión y radio se hablaba del concierto de "Juanes... y otros 14 artistas" (dentro de los que se cuentan a Miguel Bosé, Víctor Manuel, el italiano Jovanotti y el cubano Yotuel Romero, integrante y productor del grupo Orishas).


A Dios le pido... ¡que Juanes siga dando ejemplo!

domingo, 20 de septiembre de 2009

Moscas en la casa

Mis días sin ti son tan oscuros

Tan largos tan grises
Mis días sin ti
Mis días sin ti son tan absurdos
Tan agrios tan duros
Mis días sin ti

Mis días sin ti no tienen noches
Si alguna aparece
Es inútil dormir
Mis días sin ti son un derroche
Las horas no tienen principio ni fin

Tan faltos de aire
Tan llenos de nada
Chatarra inservible
Basura en el suelo
Moscas en la casa

Mis días sin ti son como un cielo
Sin lunas plateadas
Ni rastros de sol
Mis días sin ti son solo un eco
Que siempre repite
La misma canción


Tan faltos de aire
Tan llenos de nada
Chatarra inservible
Basura en el suelo
Moscas en la casa
Pateando las piedras
Aun sigo esperando que vuelvas conmigo
Aun sigo buscando en las caras de ancianos
Pedazos de niño
Cazando motivos que me hagan creer
Que aun me encuentro con vida
Mordiendo mis uñas
Ahogándome en llanto
¡Extrañándote tanto!

Mis días sin ti
¡Cómo duelen mis días sin ti!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Como un pulpo

"Si se deja a un pulpo

demasiado tiempo solo

en su acuario,

empezará a morderse

sus tentáculos de tristeza."


A veces es difícil ser un hombre
Echte Kerle (Regular Guys)

AÑO: 1996
PAIS: Alemania

DIRECTOR: Rolf Silber

REPARTO: Christoph M. Ohrt (Christoph), Carin C. Tietze (Helen), Tim Bergmann (Edgar), Oliver Stokowski (Mike), Rudolf Kowalski (Kallenbach)

SINOPSIS: Christoph es un agente de policía bastante machista que trabaja en la división de vehículos robados. Cuando encuentra a su prometida con otro hombre abandona su casa y tras emborracharse pasa la noche en una cama desconocida junto a un hombre desconocido. Se trata de un mecánico gay con el que compartirá piso.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Me pareció ver un lindo gatito...







Apenas dos días después de la dolorosa desaparición de Miró, mi vecina del tercero me llamó para contarme que una amiga suya había encontrado abandonado un gatito recién nacido y que no podía quedárselo porque es alérgica a su pelo. Fui a verlo y me enamoró a la primera esa pequeñito blanco con cola negra metido en una caja de zapatos.

Parecía una ratita y no dudé en adoptarlo. Ella me dijo que se llamaba Héctor, pero yo lo llamo Merlín, como el mago de la corte del rey Arturo, porque volvió a traer magia a casa, que estaba llena de la ausencia de Miró. Ahora tengo a quien saludar cuando llego a casa y estoy pendiente de él, cuidándome de no pisarlo porque siempre está caminando a mi lado, preguntando cuántas veces y a qué hora se le da el biberón o cuándo debo comenzar a destetarlo y darle comida sólida. Es muy tierno, se me sube por las piernas y no me deja estar en el sofá siesteando porque me camina por encima con su motorcito ronroneador, dándome besitos o mordisqueándome los dedos de los pies.


Crece que da gusto. Y espero que esté conmigo muchos años. ¡Bienvenido Merlín!

jueves, 3 de septiembre de 2009

Subrayados 15. Todas las Maldiciones del Mundo

Acabo de terminar de leer Todas las Maldiciones del Mundo, el segundo libro de Javier Quevedo Puchal. Decidí regalármelo de cumpleaños tan pronto supe de su aparición porque El Tercer Deseo, su primera publicación, me enganchó y me apasionó. En esta ocasión, la lectura de Todas las Maldiciones del Mundo me sumergió en una historia de soledad, de una lucha por borrar malos recuerdos, de cambiar una vida de errores, de búsquedas infructuosas del Amor, de nostalgia.

¿Qué harías si te ofrecieran la posibilidad de borrar tu pasado? ¿Sería mejor una vida sin remordimientos ni malos recuerdos? ¿Qué es lo que debió ocurrir para que quisiera olvidarte? Son las preguntas que se hace el protagonista, quien debe, como todos, hacer frente a sus miedos y a sus carencias para poder alejarse de la nostalgia.

Como siempre que me gusta un buen libro, me tomo la libertad de subrayar los párrafos y frases que me llaman la atención. Aquí transcribo una selección de ellas.


No conviene analizar demasiado la felicidad -(a veces, es eso y no otra cosa lo que lo estropea todo)-.

Yo solo entiendo de huecos por llenar. Un lado vacío de la cama y un lado vacío en el sofá. Un solo cepillo de dientes en el cuarto de baño. Una sola butaca en el cine. Comida para uno.

Has terminado siendo como el hueco que queda en la almohada, que sólo existe para recordarte que hubo alguien una vez, aunque la verdad es que ya no hay nada.

Por cada cosa que te hunde debiera haber otra que te pueda sacar a flote. Lo malo es que cuando estás de mierda hasta las cejas no resulta sencillo encontrar la orilla.

A veces la belleza es lo de menos. A veces, todo se reduce a que te cojan de la mano.

Los viejos tiempos no eran tiempos mejores, probablemente eran tan malos como éstos, solo que entonces no lo parecían.

De pequeño todo resultaba más simple. Llovían preguntas como "¿Qué quieres ser de mayor?" y uno nunca respondía con medias tintas. Cualquier cosa servía. De pequeño uno quiere ser futbolista, astronauta, estrella de Hollywood, piloto de Fórmula I, millonario o incluso feliz. La felicidad, sin ir más lejos, no era un estado transitorio, sino un objetivo que se alcanzaba y se retenía para siempre. Después, uno crece y deja lo de astronauta para otros, se pone a estudiar Magisterio y, con suerte, acaba de camarero en una pizzería. Es como un cuento de hadas sin hadas. Tus padre no están aquí para siempre, tus amigos tampoco. Nadie a quien quieras estará aquí para siempre... ni siquiera tú mismo.

Sólo digo que, de pequeño, cuando Dios aún existía y uno sólo se podía enamorar una vez y el amor era para toda la vida, las cosas eran más simples... hay gente que sólo se enamora una vez... Y gente que nunca llega a enamorarse... Pero esa gente no lamentará perder lo que nunca ha tenido...

Una mentira piadosa sigue siendo una mentira.

Yo no quiero deshacerme de mis recuerdos. Lo que quiero es vivir dentro de ellos.

Siempre he creído que hay gente que dice te quiero con la misma ligereza con que otra gente dice lo siento. Y hay quienes se empeñan en no decir nunca te quiero ni lo siento, como si fuera una cuestión de principios.

... la gente a veces no es mala, lo que pasa en realidad es que no sabe hacer las cosas de otra manera. Y cuando uno hace las cosas de la única forma que sabe, eso está por encima del bien y del mal. O por debajo, según se mire.

A veces, la gente no es mala. Simplemente, es imbécil.

Tiene gracia cómo el olvido barre con todo lo que no te importa un comino pero, en cambio, deja intactas las cosas que de verdad duelen. Tiene gracia que el olvido sea tan jodidamente selectivo.

El día que pierda el miedo del todo, me esfumaré.

Entre la felicidad de plástico y la desdicha en carne viva, todos nos quedamos con la mentira, que escuece un poco menos.

El sur que yo conozco tiene muy poco que ver con el tuyo. Créeme, siempre es más fácil estar de paso.
En todo este tiempo sin ti, nunca me he preguntado con suficiente empeño qué es lo que debió pasar para que te quisiera borrar por completo. Ignoro si fue alguna infidelidad por tu parte o una decepción demasiado pesada como para ignorarla. Ignoro si fui yo quien hizo algo terrible y por eso me abandonaste. Lo único que sé es que sigo queriéndote mucho después incluso de haber olvidado tus manías y tus detalles y los rasgos de tu cara. Y me gustaría pensar que ésa es, al fin y al cabo, la razón que me impulsa a no dar la vuelta y desandar el camino que me ha llevado hasta el sur. El amor que sigo sintiendo por ti, en fin, la necesidad de saber qué fue lo que ocurrió y, tal vez, la esperanza de poder recomponer lo que sea que hubiera roto. Me gustaría pensar que son esos los motivos que me hacen desviar de mi camino de regreso. Pero me temo que no. Sólo quiero vencer la inercia.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Subrayados 14: El Sentimiento Negativo

Vuelvo a hablar de Risto Mejide y de su último libro, El Sentimiento Negativo. Ya comenté que lo vi por primera vez como jurado del reality show Operación Triunfo y me pareció un tío repulsivo por agrio, excesivamente directo y agresivo con los concursantes. Un hombre tras unas inmensas gafas oscuras de marca, con una rostro impertérrito que sólo esbozaba de vez en cuando una sonrisa Molalisa. Era, sin duda, el gancho para la audiencia del programa, pero me parece también que su papel -insisto que sigue un papel, una especie de guión de la caja tonta- no hace más que horadar la autoestima de chavales ilusionados con ser cantantes.

Sin embargo, en una entrevista que le hicieron a raíz de su "expulsión" del programa por "supuestas" afirmaciones homófobas -también creo que parte del espectáculo-, pude oír ciertas frases de su último libro. Y me sorprendió. Quizás porque comprobé lo que ya sospechaba: detrás de su cara de hielo y de sus gafas, hay un hombre sensible, inteligente, muy inteligente, un ser humano que ama, piensa, desea, sueña... como todos. Con la diferencia de que lo dice muy bien. Como él mismo dice, sabe un poco más que escribir frases con sujeto, verbo y predicado. Para la muestra, unas citas de su libro, tomadas de los primeros capítulos. Si alguien quiere más... pues a comprarlo, que para eso se publican.


"No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar."


Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas".

"A sonreír se aprende habiendo llorado mucho. Cuando te suena demasiado cualquier principio. Cuando deja de sorprenderte cualquier final.
A sonreír se empieza en cuanto se aprende a soñar flojito".

"Lo que sí tienen en común todos los abrazos mal dados es que siempre, a la no tan larga, salen muy caros. Me fascinan los abrazos bien dados. Creo que resultan aún más memorables que cualquier palabra, gesto o relación. La única forma física conocida que tiene el ser humano de parar el tiempo. A los abrazos les pasa como a los besos, las caricias, los matrimonios o las patadas en los huevos. Si no los consumes a tiempo, acaban todos caducando."

"Para llegar a quererse bien, hay que haberse querido mucho... Rara vez nos planteamos qué tal se nos quiere. Qué tal se nos deja. Cómo se nos recuerda.

Qué tal se nos olvidó.

Se puede querer a cobro revertido, que es el amor de los especuladores.

Se puede querer con el corazón entornado, típico de amores convalecientes.

Éstos también se dan poco a poco,... porque no saben que es fundamental haberse lamido las heridas antes de exponerse a toda piel.

Por ahí muy cerca andan los amores divos, los más propios que existen, esos que se quieren mucho a sí mismos a través de los demás.

Amores taxidermistas, que matan, ahogan y disecan todo aquello por lo que un día se enamoraron de ti. Amores carceleros, que pretende que, además, jamás vuelvas a ver la luz del sol. Amores placebo, que intentan hacerte creer que sin ellos estarías mucho peor de lo que viniste. Amores republicanos, que si no estás con ellos, están contra ellos. Amores demócratas, que sólo parecen triunfar donde los demás la cagan. Amores perros, incapaces de superarse a sí mismos.

Amores taja, que sirven mientras ayuden a olvidar. Amores puente, que sólo te preparan para la siguiente relación. Amores escaparate, que varían según tendencia y temporada. Amores alfombra, que ocultan aún más mierda de la que se ve. Amores cómoda, orgasmos fingidos a partir del tercer cajón.

Amores de primera, siempre con segundas. Amores en oferta, sólo hasta fin de mes.

Quererse mal y pronto. Quererse tanto por tan poco. Quererse mucho sin ser feliz.

Qué coño, quererse al fin y al cabo."