miércoles, 12 de agosto de 2009

No mires para abajo

El sábado pasado vi la película No Mires para Abajo,(Argentina-Francia, 2008) del cineasta argentino Eliseo Subiela. Decidí verla porque es un director cuya obra está entre mis favoritas, por El Lado Oscuro del Corazón (I y II), aunque los comentarios de los críticos en la prensa de Zaragoza no son muy favorables. Fui a su película porque uno sigue todo lo de su autor, director o cantante favorito, y porque leí que era una película sobre sexo tántrico, profundo, sensual, sensitivo y "antiporno". Y la verdad, no me defraudó. Al contrario, me emocionó mucho, me recordó historias vividas y, como siempre en la obra de Subiela, sus textos son dignos de tenerlos recuperados para leerlos con frecuencia.

"Cuando el corazón comienza a arder, huele como a incienso."

"La vida está llena de despedidas, pero no dejés de amar."

"Yo no me voy y tú no te quedas."


Eloy es un adolescente de 19 años que trabaja en la marmolería de sus padres repartiendo lápidas en las sepulturas que atiende el negocio familiar en el cementerio de la ciudad. Al morir su padre, Eloy ve cómo acelera el tiempo que lo llevará a la edad adulta y se adentra rápidamente en un mundo hostil y ajeno. En él conoce a Elvira, una joven argentina residente en España, que le enseñará los fundamentos del Tao mediante el aprendizaje de ciertas prácticas sexuales que le permitirán acceder a zonas desconocidas de su espíritu y de la realidad.

Según dice el mismo Eliseo Subiela, "la idea era contar una historia de amor muy simple, una "aventura iniciática" que sirviera para transmitir un mensaje a favor de Eros, en contra de la grosería y la perversión que hoy tiñe la mayoría de los mensajes que reciben los jóvenes con respecto a las relaciones sexuales... la intención última de la película es "aprender a hacer el amor como Dios manda". Yo quería hacer un "antiporno", con dos actores que se pasarían teniendo sexo y practicando distintas posiciones eróticas durante 90 minutos. Mi idea era que esos dos personajes debían tener la inocencia de dos criaturas en el paraíso, antes de que apareciera la noción del "bien" y del "mal".

A mi me quedó un agradable sabor de boca. A ratos me sacó lágrimas, como cuando el padre de Eloy va quemando en el patio las cartas de su amada-amante y nos van contando cómo las palabras de amor de deshacen y se esfuman en medio del humo gris. O cuando los protagonistas deciden cuidar una planta entre los dos, una semana en casa de cada uno y el chico baila con la maceta, la abraza, la besa... y la planta crece y florece agradecida. Me gustaron las escenas de los muertos en el cementerio, la pareja sobre inmensos zancos, abrazados, Eloy, tan alto como un ciprés, abrazado y dormido sobre sus ramas, la abuela de Elvira, medio bruja-meido sabia, bailando "como si nadie la estuviese viendo", me gustó...

Una película con mucho sexo, pero el sexo de la entrega, del placer, del conocerse el uno al otro. Y una historia con amor, un amor sin ataduras, libre, que sabe que implica la separación, pero que también sabe que en el corazón de cada uno queda el conocimiento, el saber que otro ser humano nos llena, que aunque haya despedidas, siempre, siempre, hay que seguir amando, dándose, entregándose. E, insisto, es para verla más de una vez, así sea solo para copiar a oscuras las frases en una libreta y aprendérselas en casa y ponerlas en práctica.


Premio Mejor Dirección - Festival de Guadalajara
Premio Mejor Película - Festival de Lleida
Premio Mejor actriz, Mejor actor, Mejor Película y Premio del Público - Festival de Madrid
Premio Mejor Película Latinoamericana y Premio del Público - Festival de Montreal -
Selección Oficial - Festival de Chicago

1 comentario:

  1. Es una hermosa forma de darle limpieza al alma y al cerebro por medio de una exquisita forma de contar una verdadera historia de amor y si, las frases deben estar escritas en un muro al que le de el sol y este ventilado.

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