martes, 28 de octubre de 2008

Un regalo de otoño

Conozco a una mujer de mediana edad, a la que habitualmente le sirvo un vino blanco en copa helada, con la que suelo intercambiar comentarios sin mayor importancia. Últimamente ha faltado a sus citas con la barra del bar y cuando la vi cruzar por la calle salí corriendo a saludarla y a preguntarle cómo estaba. Se había "retirado" a hacerse unos análisis médicos y a escaparse de los chismes de barrio de sus vecinas. Hemos conectado bien. Comparte conmigo sus ideas y algunas decisiones, como la de tomarse unas "semanas sabáticas". De ahí que me contara como disfruta aquello de "no hacer nada" o, mejor, hacer lo que se le ocurra. Me contó también que disfruta irse al parque y escuchar el rumor de las hojas secas arrastradas por el viento sobre el suelo arenoso de los caminos. Y me encantó cómo me lo contaba, con sonidos muy suyos acompañados con el fino movimiento de su manos de uñas pintadas y pulseras de diseño.

Pero lo mejor, lo que me emocionó profundamente fue su regalo del día siguiente. Me traía en una bolsa de plástico dos hojas que recogió para mí, para que recordara su suave movimiento en otoño. Para que evocara el sonido del viento en los árboles y el murmullo del agua en las fuentes públicas y en los ríos.

Ello habla de una mujer sensible, dulce. De quien sabe del valor de las cosas simples. Las que no se compran. Se tienen o no se tienen. Como su sensibilidad.

Mil gracias por tan entrañable detalle, Trini.

2 comentarios:

  1. tengo guardada una hoja que cayó sobre el libro que estaba leyendo... quizas esa hoja gusta tanto de Harry Potter como yo!
    Hey... esto esta como para OZ!!!!
    Me has dado una inspiracion mi purpura muso!
    Besitos desde mi lejana galaxia

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  2. Personas de esas son las que nos enriquecen el alma...creo yo.

    Abrazos transoceánicos

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