jueves, 1 de mayo de 2008

Murió el tío Román

Por un mensaje de messenger, me he enterado de que el tío Román murió. En estas ocasiones uno se pone a pensar en personas a las que no ve desde hace muchos años. Y además de la consabida pregunta: "¿de qué murió?", también queda la más importante: "¿cómo vivió?".

Yo recuerdo a Román como una persona vital, de las que sí saben vivir intensamente. La imagen suya que me viene a la memoria es la de un hombre alto, con la cabeza muy calva, con algunas canas en las sienes. Lo recuerdo en este momento con un suéter rojo, muy recto en el andar. Tuvo un gran sentido del humor, una rapidez increíble en su mente y de su boca para el chiste rápido, la crítica, algo de fina ironía, capaz de reírse hasta de sí mismo. ("-¿Para dónde vas, Romàn? -Pa´viejo"). A su alrededor la gente siempre reía (y eso es de agradecer en estos tiempos de caras tan largas y ceños fruncidos). Sé que bailaba muy bien, con mucha elegancia ("la de boca tan bonita... la de tan chiquito el pie"). Que tenía una extraña facilidad para hacer amigos. Que era creyente, católico sin fanatismos, promotor de cuanta virgen o santo nuevo le presentaran. Era el hombre que vivía cada día como si fuese el último. Le encantaban los olvidados pueblos de la costa Atlántica colombiana, esos sin carreteras, pequeños caceríos abandonados de los políticos y del progreso. Allí estaba feliz, sin las pastillas para la tensión, "que si voy a morir que sea viajando". Recuerdo su incapacidad para calcular el cansancio de un niño: podía poner a cualquiera, de la edad que fuese, a caminar cuatro o más horas bajo un sol abrasador. A mi me llevó a mi primer viaje a Tolú (cuando todavía era algo así como un caserío) y fue toda una experiencia. Yo tendría 13 ó 14 años. Toda una odisea ir hasta allí (entonces costaba diez o más horas de viaje por carretera); pero toda una vivencia tomar chocolate caliente en tazas de metal, los larguísimos paseos saludando a cualquier persona que se cruzaba, su "inventiva" para explicar porqué allí se duerme en hamacas o catres tipo ejército y no en camas con colchones.

"Cuando yo sea grande", como decimos en Colombia, o "cuando yo sea mayor", como dicen en España, quiero ser como Román. Activo hasta el último día. Incapaz de guardar cama y con la energía suficiente para ir al centro de la ciudad, a pesar de los achaques propios de su edad, a ayudar a las monjitas a vender limonada en un parque. Y quiero irme "al Otro Lado" como él. Sin bullas, sin largas enfermedades, silenciosamente. Pero, sobre todo, dejando buenos y gratos recuerdos a los que quedan.

Paz en tu tumba, Román. Échanos un ojito (y una manito) desde Allá.

4 comentarios:

  1. Hola Merlín,

    Ante la muerte de alguien tan especial que supo vivir intensamente la vida solamente queda el recuerdo y la alegría por haberlo conocido y haber tenido la oportunidad de conocerlo.

    Este tipo de personas se van del mundo sin rencores y satisfechas por haber tenido la oportunidad de participar en la aventura de la vida.

    Saludos

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  2. Hola, visito hoy por primera vez tu espacio y solo puedo atinar a regalarte esta poesia mi autor favorito.

    He andado muchos caminos,
    he abierto muchas veredas,
    he navegado en cien mares
    y atracado en cien riberas.

    En todas partes he visto
    caravanas de tristeza,
    soberbios y melancòlicos
    borrachos de sombra negra,

    y pedantones al paño
    que miran, callan y piensan
    que saben, porque no beben
    el vino de las tabernas.

    Mala gente que camina
    y va apestando la tierra…

    Y en todas partes he visto
    gentes que danzan o juegan
    cuando pueden, y laboran
    sus cuatro palmos de tierra.

    Nunca, si llegan a un sitio,
    preguntan adònde llegan.
    Cuando caminan, cabalgan
    a lomos de mula vieja,

    y no conocen la prisa
    ni aun en los días de fiesta.
    Donde hay vino, beben vino;
    donde no hay vino, agua fresca

    Son buenas gentes que viven,
    laboran, pasan y sueñan,
    y en un día como tantos
    descansan bajo la tierra.
    Antonio Machado

    Un fuerte pero muy fuerte y calido abrazo.
    Quike

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  3. Un hijo del Caribe no muere, sÓlo se lo lleva el viento tibio de la tarde.

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  4. Y que es la muerte sino un pasaje? El va a seguir vivo en vos. Y en todas las vidas que ha tocado. Y cuando yo sea grande, quiero ser como vos.
    La negrita, desde la puta mierda.
    XOXO

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