martes, 29 de abril de 2008

Once horas

La alarma.
Siete y treinta.
Suena el despertador.
Abro los ojos pero no quiero estar consciente hoy
y tu fotografía pegada a la pared espía de mis movimientos.
Enciendo un cigarrillo.
Me miro al espejo y me pregunto si valió la pena levantarme hoy.
Me pongo unos jeans viejos.
Me visto de recuerdos y el suelo es frío como tú.
Ya te estoy sacando de mi mente
y tú me partes las razones que me llevaron a quererte.

Once horas olvidándote.
No es que no quiera quererte
es que tú haces que me duela.

Once horas
y así el deseo de tenerte
siempre quiere ahogarme entre palabras y recuerdos.

La cama está vacía.
Dan ganas de llover.
Miro el teléfono
y pienso en llamarte una última vez.
Aún tengo cosas tuyas, las voy a recoger.
Van once horas en que tú estás acaparándome la mente.
Tú te fuiste con el tiempo que he dejado atrás, lo nuestro.

No es demasiado tarde para que vengas
a pedirme perdón.
No me diste suficiente
y ahora paso el tiempo olvidándote.

Claudia García
José Gaviria

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