domingo, 6 de abril de 2008

Los ojos de la ranita

No siempre la ranita tuvo los ojos tan grandes.

Todo comenzó una noche. El sapito se había enamorado de ella y se lo dijo y la ranita contestó que no había nacido para amar, sino para croar y saltar en el estanque.

El sapito insistió y aquella noche la invitó a bailar, y bailaron y bailaron hasta que la ranita se embriagó de tanto dar vueltas y amó al sapito.

Pero la noche tuvo que esconderse cuando apareció don sol.

A la mañana siguiente la ranita no quiso recordar lo que había pasado. "Cuestión de embriaguez", decía.

Pero el sapo supo que la ranita lo amaba y él la amó.

Y la amó siempre y ella también aunque siempre alegó cuestiones de embriaguez.

El sapito triste supo que debía conformarse con mirarla, y la ranita a su vez no pudo evitar mirarlo, y se miraron tanto, que sus ojos crecieron como crece el amor.

Hoy en día ambos ostentan enormes ojos pero no se aman, dice ella.

Y el sapito a veces llora y la ranita continúa jugando y croando en el estanque.

Roberto Gómez

2 comentarios: