domingo, 28 de octubre de 2007

¿Te acordás?


Se me alborotó la nostalgia. Deben ser cosas de cuando uno se va creciendo, haciéndose mayor. Parece que fue ayer esto de los discos de vinilo (y tuve de los de 45 (que hoy serían "singles"), 78 (que caían como platos en la vieja "radiola" o tocadiscos Philips) y 33 1/3 r.p.m. (estos hasta los vendían a plazos). No me olvido de los de las grandes estrellas de la música, que traían carátula doble plegable. Ni de la mugre que se acumulaba en la aguja de diamante (de eso decían que estaban fabricadas) que los hacía sonar. Ni de las monedas que le poníamos encima del brazo para que no saltaran los surcos o se pegara la canción en una frase, en una frase, en una frase... Y había discos mono y estéreo. Y por supuesto, no los llevábamos a todas partes, por su tamaño, porque no había reproductores compactos y portátiles y porque "los discos no se prestan".

Pues sí, también viví la época de la máquina de escribir (a mis clases de periodismo llevaba la portátil Olympia desde casa), el ordenador "mamotreto" lo conocí en la sala de redacción de El Colombiano y era compartido, nada de uno para cada uno. Mis primeras clases de fotografía eran en blanco y negro, enseñé a revelar fotos a mis alumnos y la primera cámara digital que conocimos era una Sony que guardaba las imágenes en un disco de ordenador de 3 1/2 pulgadas (de los que ya no hay).

A los abuelos de los de mi generación, les decían que habían pasado de la mula al jet, en cuestión de décadas. Y a nosotros, sus nietos, nos tocó ver morir a los discos de vinilo, la máquina de escribir, la cámara fotográfica analógica, el casete, el teléfono fijo, el buscapersonas (o bíper), el tocadiscos... Y ahora casi que ni necesitamos soporte para la música, porque para eso está Ipod, Emule, MP3, MP4... todo en unos pocos años o hasta meses.

¿Alguien sabe a dónde fue a parar el L.P. (para los que no lo saben, estas iniciales quieren decir Long Play, jeje), de Boney M., el mayor tesoro musical de mi hermano?

1 comentario:

  1. La tecnología avanza a más velocidad que nunca. Un ritmo cada vez más difícil de asimilar por los humanos, al menos por la mayoría. Llegará un día en que los nuevos aparatos serán como esos trenes veloces que se cruzan por delante de nuestros ojos sin que nos dé tiempo ni siquiera a verlos y ante los que no queda más que una resignada expresión de asombro en la cara.

    (¿Qué hacemos con las casettes viejas si los aparatos de música ya no permiten reproducirlas? ¿Qué hago con mi aparato de vídeo casi nuevo? Ah, y la semana pasada alguien se asombró de que todavía lleve conmigo una agenda de papel... )

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